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Marcelo Santana Vargas
Gobernador Regional de Aysén

La Cuenta Pública del Presidente Gabriel Boric fue una instancia clave para conocer los énfasis,
avances y proyecciones del Gobierno en sus últimos meses de gestión. Como Gobernador de la
Región de Aysén, y representante de una de las zonas más extremas y postergadas del país, no
puedo sino manifestar mi profunda preocupación ante lo que, lamentablemente, fue una nueva
demostración de indiferencia del nivel central hacia el sur austral de Chile.


Durante más de dos horas de discurso, se abordaron diversos temas de la agenda nacional, pero
nuestra región quedó completamente ausente del mensaje presidencial. No hubo anuncios
significativos, ni medidas específicas, ni compromisos concretos con este territorio. Somos una
región extensa, estratégica, aislada y con grandes desafíos en materia de conectividad, desarrollo
económico, provisión de servicios básicos y condiciones equitativas de desarrollo humano. Sin
embargo, pareciera que seguimos siendo invisibles para las políticas públicas nacionales.


En un país que aspira a ser más justo, equitativo y descentralizado, no puede aceptarse que una
región completa quede fuera del relato presidencial. Este no es un reclamo antojadizo, sino una
alerta sobre las consecuencias que tiene para nuestros habitantes ser permanentemente excluidos
de las prioridades del Estado.


Aysén necesita una mirada distinta. Una que comprenda lo que significa hacer soberanía en la
frontera, vivir con aislamiento estructural, enfrentar caminos cortados en invierno o depender de
puentes aéreos para acceder a atención médica o continuar estudios. Una mirada que entienda que
no se puede hablar de desarrollo sin infraestructura, ni de justicia territorial sin inversión sostenida.
Esa mirada, lamentablemente, no estuvo presente en esta Cuenta Pública.


Además, extrañamos profundamente una agenda pro-crecimiento. No basta con hablar de aumentos
presupuestarios en cifras nacionales si, en las regiones más alejadas, los proyectos siguen
detenidos, la ejecución sufre recortes y los servicios públicos no cuentan con recursos suficientes
para operar. En Aysén, el desarrollo depende de una combinación entre inversión pública eficiente,
fomento productivo a sectores estratégicos y medidas especiales que reconozcan nuestras
condiciones geográficas y climáticas.


La descentralización real —no simbólica— sigue siendo una deuda. En tres años, el Gobierno no ha
sido capaz de avanzar en una agenda robusta de fortalecimiento a los Gobiernos Regionales ni de
entregar herramientas efectivas para resolver los problemas locales. Muy por el contrario, hemos
visto cómo los presupuestos se ajustan, las decisiones se retrasan y los territorios pierden autonomía
frente a la burocracia centralista.


No hubo mención a nuevos hospitales para zonas extremas, a soluciones definitivas en materia de
conectividad terrestre y marítima, ni a una política diferenciada para enfrentar el cambio climático
desde las regiones que concentran los ecosistemas más frágiles del país. No hubo compromiso con
las zonas rezagadas ni con los territorios rurales que sostienen buena parte del Chile profundo.
No podemos seguir siendo espectadores. Necesitamos políticas públicas que lleguen con
oportunidad, pertinencia y voluntad política. No queremos privilegios, queremos justicia territorial. La
ausencia de Aysén en la Cuenta Pública del Presidente Boric no solo es simbólica: es el reflejo de
una práctica histórica que sigue postergando a la Patagonia. Chile no puede seguir avanzando
con regiones olvidadas.

En mi rol como Gobernador Regional, es imperativo hacer un llamado a las autoridades del nivel
central, a los partidos políticos y a quienes aspiran a conducir los destinos del país en los próximos
años: es momento de mirar hacia las regiones con seriedad.


Estamos ad portas de un año electoral, y los discursos no bastan. Se requiere que los futuros
programas de gobierno nazcan desde las regiones, considerando la diversidad de Chile, con énfasis
en la ruralidad, en las zonas extremas, mirando hacia el mar y hacia nuestras localidades aisladas.
Es tiempo de planificar un país más descentralizado y con oportunidades reales para quienes
deciden habitar esta hermosa tierra, llena de identidad, recursos y riqueza cultural y natural. Un país
que se construya desde las regiones, con respeto, inversión, equidad y visión de futuro.


Es hora de construir un país que entienda que el desarrollo no puede estar limitado por la geografía.
Las oportunidades deben llegar también a quienes viven en los lugares más aislados, donde el
esfuerzo diario es mayor, pero donde también existe un compromiso profundo con esta tierra
aysenina. Desde la Patagonia levantamos la voz no solo para exigir presencia del Estado, sino para
proponer soluciones, aportar trabajo y proyectar un futuro mejor. Aysén no pide privilegios: exige
justicia territorial y un compromiso real para que ningún rincón del país quede fuera del progreso.


Porque Aysén merece —y debe ser— una tierra de oportunidades.